PARIR
EN LOS HOSPITALES ESPAÑOLES <Francisca
Fernández Guillén>
|
Francisca
Fernández |
LAS RECOMENDACIONES DE LA OMS Y LA SITUACIÓN ESPAÑOLA
La Organización
Mundial de la Salud ha declarado que los factores sociales, emocionales
y psicológicos son fundamentales para prestar una atención
perinatal adecuada. El parto deber ser considerado como un proceso
normal y natural, y la mujer deber tener un papel central en todos
los aspectos de dicha atención, incluyendo su participación
en la planificación, ejecución y evaluación
de la atención que recibe.
España
es uno de los países europeos con mayor retraso en la aplicación
de las recomendaciones de la OMS en materia de atención al
parto (ver MYS 8, pg. 12).
Las mujeres
son colocadas en posición de litotomía y sometidas
de forma rutinaria y generalizada a episiotomías, rotura
prematura de membranas, afeitado, enemas y monitorización
fetal electrónica. Las inducciones por conveniencia no son
una excepción y es común que se administre oxitocina
sintética para acelerar el parto sin que exista una indicación
médica válida.
En cuanto a
la episiotomía rutinaria,
un artículo de junio de 1999 en “The Lancet”,
calificaba su uso indiscriminado como una
forma de mutilación genital femenina. El
89 % de episiotomías que se practican en España (100
% de los partos en algunos hospitales como La Paz) da una idea del
sufrimiento innecesario que el sistema actual de atención
al parto puede causar a las mujeres. Estos porcentajes no deben
justificarse por motivos científicos sino más bien
por intereses de política hospitalaria, cuyo objetivo es
que los partos sean cada vez más y más rápidos.
Es evidente que obligar
a una mujer a parir tumbada y subida a un potro solo beneficia al
equipo médico, que así puede trabajar más cómodamente.
Inducciones,
es la intervención médica que más frecuentemente
acaba en cesárea, sobre todo en primíparas (70%).
La OMS no encuentra justificación para que más del
10% de los partos sean inducidos, pero en la mayoría de los
hospitales y clínicas privadas españolas se supera
el 25%. Esto está elevando innecesariamente la tasa de cesáreas,
partos instrumentales, ingresos en unidades de neonatología
y otros problemas derivados de una excesiva medicalización
del parto, un complejo proceso fisiológico que en el 90 %
de los casos se desarrollaría satisfactoriamente sin necesidad
de intervenciones. Muchos estudios
apuntan a que la mayoría de las complicaciones obstétricas
que se dan hoy en día son iatrogénicas.
Según Mardsen Wagner, ex director de salud materno infantil
de la OMS, en España se practica la cesárea al 22%
-23% de las mujeres, y el 18% de los niños son extraídos
mediante el uso de fórceps. “Resulta ridículo
pensar que el 40% de las españolas es incapaz de parir”,
dice Wagner. En la medicina privada el porcentaje de cesáreas
ronda el 35%. Detrás de estas cifras hay mucho dolor y mucha
frustración.
En cuanto a
los aspectos emocionales, el parto
suele desarrollarse en un ambiente poco acogedor y carente de intimidad,
en el que la parturienta es objeto de prácticas quirúrgicas
sobre las que no es consultada y recibe constantemente órdenes
sobre cómo ponerse, cuándo empujar, cuándo
no empujar. Muchas mujeres se quejan de no haber podido elegir siquiera
la postura más cómoda para aliviar el dolor o facilitar
el expulsivo. Algunas dicen haberse sentido humilladas, ignoradas
o maltratadas durante su estancia en el hospital. Afeitar a una
mujer sus genitales con las puertas abiertas o permitir que tres
o cuatro estudiantes le hagan un tacto cuando está dando
a luz sin pedirle siquiera permiso son acciones sólo comprensibles
en un ambiente generalizado de desprecio a la dignidad de la mujer
similar al que se da en otros ámbitos de la vida.
LA IMPORTANCIA EMOCIONAL DEL PARTO
El
parto es un acontecimiento íntimo y único en la vida
de una mujer en la que los aspectos emocionales
ejercen una poderosa influencia. La vivencia del parto y los recuerdos
que la mujer guarda sobre el nacimiento de sus hijos la acompañan
durante el resto de su vida, e influyen profundamente en el establecimiento
del vínculo materno filial y el éxito o fracaso de
la lactancia.
Es fundamental
que la mujer se sienta apoyada y reciba información constante.
Cualquier intervención ha de
ser sopesada cuidadosamente, informando a la parturienta de forma
franca y honesta sobre su oportunidad, beneficios, consecuencias
y alternativas. Tras un parto traumático,
y significativamente cuando ha acabado en cesárea, la madre
puede experimentar sentimientos de frustración por no haber
parido, melancolía, impotencia, rechazo al recién
nacido y cuadros de estrés postraumático como consecuencia
de los sentimientos de indefensión y miedo por la propia
vida o la del hijo que ha podido experimentar. De cara a la recuperación
emocional tras una cesárea es muy importante comprender estos
sentimientos. La familia, la sociedad y las propias mujeres los
niegan con frecuencia, contraponiéndolos a la alegría
que se supone que deberían sentir ante el nuevo hijo. Esto
sólo sirve para perjudicar el duelo por el parto perdido,
y con ello, retrasar la aceptación de lo ocurrido y la adopción
de medidas que podrían prevenir depresiones posteriores.
Hay
mujeres que se sienten fracasadas por no haber tenido un parto vaginal.
Creen que su cuerpo les ha fallado y que han decepcionado a sus
maridos y a sus hijos. Es frecuente que tengan sueños o pensamientos
obsesivos sobre la posibilidad de que en el hospital les entregaran
un bebé distinto al suyo. El cuadro se agrava cuando la mujer
tiene dudas sobre la necesidad de la cesárea o el uso de
fórceps y se siente víctima de un abuso. En esos casos
las mujeres describen su parto como “una violación”.
Cuando sea
necesario practicar una cesárea o fórceps, hay muchas
cosas que el equipo médico puede hacer para evitar estas
situaciones, como dar una explicación detallada a la mujer
sobre la intervención que se le propone, las causas y las
alternativas, permitir la presencia del marido en el quirófano,
actuar de forma discreta para que la pareja se sienta protagonista
del momento, mantener una atmósfera de silencio y respeto,
usar anestesia epidural en lugar de anestesia total siempre que
sea posible; facilitar el contacto inmediato madre hijo, prestar
ayuda para favorecer la lactancia, y reconocer y aceptar los sentimientos
de pérdida que pueda vivir la mujer, permitiéndole
expresarlos libremente.
Una
mayor satisfacción de las mujeres respecto a su vivencia
del parto disminuye la incidencia de depresiones, estrés
postraumático y perturbaciones en el establecimiento del
vínculo maternofilial, al tiempo que mejora el éxito
de la lactancia y aumenta la autoestima de la mujer durante el puerperio.
EL IMPARABLE AUMENTO DE LAS CESÁREAS
Se han apuntado
muchas razones para explicar la causa del imparable aumento del
número de cesáreas y partos instrumentales en España,
como la práctica de una medicina defensiva o la pretensión
bastante irreal de que todos los partos se produzcan en un tiempo
determinado. Se ha sugerido también que la
mera disponibilidad de quirófano y medios, las facilidades
existentes para practicar estas intervenciones, podrían ser
un factor que favorece en sí mismo su ejecución.
Quiero añadir que esta “facilidad” va acompañada
de un gran desconocimiento por parte de la mayoría de la
profesión médica de las secuelas psicológicas
que estas intervenciones pueden tener en las mujeres, ya que el
sistema actual, en el que la mujer es atendida por distintos profesionales
durante el embarazo, el parto y el puerperio, no permite hacer un
seguimiento completo del proceso de recuperación posparto
que sirva para evaluar los resultados de la atención a largo
plazo y en todos sus aspectos.
CIRUGÍA MAYOR
A pesar de la
benignidad con la que quiere presentarse la cesárea, se trata
de una cirugía mayor abdominal que multiplica por seis el
peligro para la vida de la madre en comparación con un parto
vaginal y condiciona toda la vida reproductiva de la mujer. También
puede tener efectos indeseables sobre el feto, como síndrome
de distrés respiratorio, cortes accidentales de bisturí
(2 % de todas las cesáreas), o prematuridad iatrogénica.
Son bien conocidos los
daños que el uso de fórceps puede causar sobre los
genitales de la mujer y la incidencia de incontinencia urinaria
y fecal. Sin entrar a discutir las cifras o la necesidad de todas
o algunas de estas intervenciones, este artículo pretende
llamar la atención sobre los perjuicios de medicalizar el
parto hasta el punto de hacer que la mujer se sienta un objeto.
Pienso, sin
embargo, que el origen profundo de
las situaciones de abuso descritas en los testimonios
que adjuntamos no son más que un reflejo
de la misma violencia contra la mujer que se ejerce
en otros ámbitos de la vida, creo que despojar a la madre
del papel protagonista y de la dignidad que le corresponden durante
el parto ha sido el primer paso que ha permitido que estos casos
se den en el ámbito ginecológico-obstétrico
con mucha más frecuencia de la que podríamos esperar
de un país civilizado.
El pasado 25
de marzo el gobierno balear aprobó la primera ley de sanidad
de España, la Llei Balear de Salut, que recoge las recomendaciones
de la OMS como derechos de la madre. Es un gran paso y esperamos
que cunda el ejemplo entre los responsables de salud del resto de
comunidades autónomas.
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•
Wagner M, El nacimiento en el nuevo milenio. 1er Congreso Internacional
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Francisca
Fernández Guillén
Licenciada en Derecho y madre
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