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Aspirina, corazón y mujeres: empezamos a saber algo
Carme Valls Llobet

En la década de los 80 se iniciaron los grandes estudios epidemiológicos sobre los factores de riesgo y formas de prevención de las enfermedades cardiovasculares. Pero en dichos estudios se aplicó el sesgo de género ya que se invisibilizó al sexo femenino. La mayoría de estos grandes estudios no incluyeron ninguna mujer en los trabajos de investigación, por lo que tanto los síntomas que presentan las mujeres antes de los infartos de miocardio, como el papel preventivo de algunos medicamentos, ya sea prevención primaria o secundaria (cuando ya se ha tenido un infarto), quedaron por estudiar en el sexo femenino.

A partir del año 2000, un metanálisis realizado en Gran Bretaña, en colaboración con varios centros sobre ensayos clínicos con terapia antiagregante plaquetaria para la prevención de muerte, infarto de miocardio y accidente vascular cerebral, puso de manifiesto el papel beneficioso de la aspirina tanto en hombres como en mujeres para la prevención secundaria de episodios repetidos, cuando se había padecido un primer infarto. (BMJ 2002; 324:71-86). Hasta la fecha, sólo cinco grandes ensayos clínicos implicando 55.580 participantes habían evaluado la aspirina como prevención primaria de la enfermedad cardiovascular, pero aunque la conclusión de estos ensayos fue la de la reducción de un 32 % del riesgo de infarto de miocardio, en tres de los ensayos sólo se incluyeron hombres (Peto R et al Br Med J (Clin Res Ed) 1988;296:313-6 / Lancet 1998; 351:233-41/ Hansson L et al Lancet 1988; 351:1755-62) y en los demás sólo 180 de los 2402 accidentes vasculares se presentaron en mujeres. Por todo ello las recomendaciones para el uso de la aspirina como prevención primaria en mujeres se basaban sólo en datos muy limitados. Sin embargo establecer la evidencia científica directa del efecto de la aspirina como preventiva entre las mujeres era absolutamente necesaria, porque las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte entre mujeres y hombres, y además se conocían efectos diferentes del metabolismo de los salicilatos, que se degradan de forma diferente entre los dos sexos. (Clin Pharmacol Ther 1986;39:571-6).

Para dar respuesta a los interrogantes, un equipo de investigadores de diversos centros de Estados Unidos coordinado por Julie E. Buring participaron en un gran ensayo clínico el Women’s Health Study, comparando placebo y aspirina a dosis bajas (100 mg a días alternos) entre 39.876 mujeres aparentemente sanas, de 45 años en adelante, seguidas como media 10 años. (N Engl J Med 2005; 352).

Por lo tanto la recomendación de usar aspirina a dosis bajas como prevención primaria del infarto de miocardio en mujeres, ha mostrado unas claras diferencias por sexo en este primer ensayo clínico. Mientras que entre los hombres su utilización puede prevenir un 32% de infartos de miocardio en todos los grupos de edad analizados, entre las mujeres esta prevención no ha sido significativa (excepto en el subgrupo de mayores de 65 años) frente al placebo, y sin embargo ha provocado un incremento de hemorragias gastrointestinales. Esperamos que este minucioso estudio, diseñado hace diez años y que ahora ve la luz, sea seguido por muchos más en que el efecto de los fármacos sea estudiado tanto en hombres como en mujeres, y tanto en ratas como en ratones. Esta es una premisa que todas las mujeres deberían exigir. No deberían consumir ningún medicamento que no se haya investigado con evidencia buena entre personas de su mismo sexo. El metabolismo de muchos fármacos y antibióticos no es igual entre mujeres y hombres, y el de la aspirina tampoco. ¿Nos atrevemos a solicitar investigaciones diferenciadas por sexo?

Conclusiones válidas en el sexo femenino:

  • Comparado con placebo la aspirina no tiene efecto significativo en el riesgo de infarto de miocardio (mortal o no) entre mujeres.
  • Comparado con placebo, la aspirina no tiene efecto significativo en la muerte por causas cardiovasculares entre mujeres.
  • El sangrado gastrointestinal que necesitótransfusión fue más frecuente entre las mujeres a las que se administró aspirina, que a las que se administró placebo.
  • El análisis del subgrupo de mujeres mayores de 65 años, mostró que la aspirina a dosis bajas sí redujo el riesgo de accidentes caradiovasculares graves, infarto de miocardio e infarto cerebral isquémico (las denominadas embolias) en mujeres de esta franja de edad.

 

 

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