Mujeres y Salud - Revista de comunicación cientifica para mujeres
 
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Fragmento de "El amante del mar"
Benoîte Groult

“Desde que Gauvain, cumpliendo su promesa, se ha reunido conmigo en París, no puedo tragar nada ni dormir; literalmente, tengo un nudo en la garganta, el estómago encogido, me siento conmovida y las piernas no me llevan, como si la función sexual hubiera acaparado todas las demás. Y además, mi intimidad más recóndita arde de deseo. Tendré que circular durante días con este tizón encendido en el bajo vientre [...]

Mientras extiendo una crema sedante sobre la región devastada, me asombra que los escritores del erotismo parezcan no tener nunca en cuenta este accidente del... placer. Las vaginas de sus heroínas son, por lo visto, unos conductos resistentes a todo uso, capaces de soportar indefinidamente la intrusión de cuerpos ajenos. Por lo que respecta a la mía, es como si estuviera en carne viva. Examino la zona con ayuda del espejo de aumento y no reconozco mi decorosa vulva, por lo común tan discreta, tan distinguida. Se ha convertido en un albaricoque enconado, insolente, desbordante, cuya pulpa presiona la piel e invade todo el sector; en dos palabras: completamente indecente. Y en ascuas. E incapaz de cobijar un mero fideo.

Y sin embargo, ahora mismo voy a aceptar, qué digo, a reclamar, que Gauvain vuelva a aplicarme su hierro candente y que me introduzca esa enormidad que, contra todas las leyes de la física, una vez traspuesto el umbral dolorido, encontrará su cabida apropiada, aunque algo ajustada, como un vestido.”

 

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