Mujeres y Salud - Revista de comunicación cientifica para mujeres
 
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Cansadas, no anorgásmicas:
Deseo sexual, maternidad y doble jornada

Gemma Cánovas Sau, Psicóloga clínica

LA SEXUALIDAD FEMENINA NO ES UNA LÍNEA RECTA

Las vivencias relacionadas con la sexualidad en la vida de las mujeres atraviesan una serie de etapas, por tanto no se trata de una línea de continuidad fija. El deseo está sujeto a fluctuaciones en cualquier campo, pero en éste, el de la sexualidad, es mucho más vulnerable a los cambios, circunstancias, movimientos internos y externos, teniendo siempre presente, claro está, la especificidad de cada mujer.

En nuestro contexto socio-cultural se han roto -al menos aparentemente- los tabúes que impedían siquiera nombrar la sexualidad desde la posición femenina, ya que ésta estaba referida normalmente a la masculinidad. La mujer aparecía como receptora resignada de los impulsos que se refieren a la idea del: “ya se sabe los hombres no se pueden aguantar” aludiendo a su irreprimible volcán hormonal.

En la actualidad se detecta desde la atenta escucha de conversaciones y actitudes en la calle, en los centros de enseñanza y en la consulta, que muchas mujeres de diversas edades siguen desbordadas por las acuciantes demandas de los varones y a pesar de las apariencias no eligen en el fondo, tanto como parece creerse: cuando, como y donde desarrollar su vida sexual.

Decía una señora ya abuela a unas conocidas en charla distendida: “como han cambiado las cosas, antes no podíamos ni tocarnos, ahora mi nieto no deja en paz a la chica con la que sale, la reclama sexualmente siete u ocho veces al día, yo le digo que no le haga daño, sólo tiene 14 años...”.

Las más jóvenes por temor a ser tachadas de estrechas se doblegan a las demandas del otro y no siempre están disponibles en lo profundo. Otras utilizan la relación sexual para conseguir afectividad, ternura, aceptación...y esto desde edades peligrosamente cada vez más tempranas, lo cual va produciendo de unos años aquí, un imparable incremento de embarazos adolescentes con los consecuentes efectos irreversibles en el desarrollo vital de las jóvenes, tanto si llegan al parto como si no es así. Muchos embarazos a estas edades tempranas son síntomas, preguntas inconscientes no resueltas dirigidas a la madre: ¿qué es una mujer? Algo que presenta una incógnita a las instituciones que tanto invierten en campañas informativas de métodos anticonceptivos y tan poco en potenciar más diálogo profundo en el hogar, especialmente entre madres e hijas.

MATERNIDAD Y SEXUALIDAD

Pero veamos que ocurre a la mujer embarazada o que ya es mamá con criaturas pequeñas. Dice el Dr. Stern en su libro, por cierto muy recomendable, ya que trata de la transformación de la identidad de una mujer antes, durante y después de un parto El nacimiento de una madre * que: “con el nacimiento de un bebé, el interés y las preocupaciones de la mayoría de las nuevas madres sufren un cambio, a medida que se interesan más por las mujeres y menos por los hombres “(...)

Durante el embarazo el movimiento hormonal es notable y la mujer -que no está enferma- puede sentir alteraciones notables de su líbido a lo largo de los nueve meses. La incidencia de los factores ambientales no es ajena tampoco a estos cambios. La sociedad protege poco o nada a las futuras mujeres o a las que ya lo son: el trabajo se multiplica, el tiempo para sí misma disminuye en picado, el temor a ser despedida del lugar de trabajo, relegada a un puesto de inferior categoría, sufrir moobing paralelamente al sentimiento de culpabilidad y la desorientación del que tanto saben las educadoras de las guarderías, todos estos factores inciden también en el deseo sexual.

Una madre me decía que tras ocho horas de trabajo fuera del hogar y un mínimo de tres de trabajo doméstico diarias lo único que deseaba con todas sus fuerzas era que la dejaran dormir. ¿Se puede deducir de esta actitud, por cierto, paradigmática, que existe “ausencia de deseo sexual”? o ¿se trata, más bien, del síndrome por agotamiento debido a condiciones de vida no idóneas?. Cuando esta misma mujer estresada logra, en algunos espacios de tiempo, encontrarse a sí misma a través del descanso y cuidado personal reaparece el deseo sexual que parecía extinguido.

Los procesos subjetivos, la elaboración de la nueva identidad como mujer-madre, el tipo de vínculos con la familia de origen y con la propia madre y, evidentemente, el grado de comunicación y entendimiento con la pareja forman un cóctel, que intervendrá en los secretos de alcoba.

Por otra parte, las épocas de lactancia, cuando la madre ha decidido este sistema de alimentación y se encuentra coherente con su decisión, es sabido que producen un placer de tipo sexual al que, desde luego, el hombre no está invitado a participar. Esto no significa que se de al bebé un lugar sustitutivo de la pareja, lo cual generaría patología, sino que forma parte de las diversas formas de goce de la mujer (procesos reconocidos desde algunos enfoques psicoanalíticos que no sustentan posiciones rígidas de preservación de pretendido purismo freudiano).

EL DISCURSO SOCIAL

El mito del encuentro en paralelo del deseo sexual entre la mujer y el hombre subyacente en la actualidad, desde los estereotipos que aparecen en medios de comunicación, cine, publicidad, pornografía etc., es eso, un mito. En la sexualidad hay implicaciones más allá de lo visible y ahí residen los frecuentes desencuentros y también alguna alegría que de vez en cuando, cual perla inesperada, se encuentra.

El discurso social imperante, tras un aparente mensaje liberador, sitúa a las mujeres en la trampa de seguir estando sometidas a la demanda del otro en lugar de atender por donde van sus auténticos deseos. Referentes tales como la competitividad extrema, la acumulación incesante de objetos materiales, el sexo como elemento de consumo (véase la invasión de juguetitos sexuales que ya pronto veremos quizás en los hipermercados) venden paraísos en que la reflexión, la conciencia de los límites, la afectividad, no son valores en alza.

La expresión pública de la sexualidad femenina y del ejercicio de la maternidad, es decir, el discurso explícito de determinados enfoques, pretendidamente científicos, que aparece desde diversas disciplinas, medios de comunicación social, etc., y que llegan a interiorizar las mismas mujeres, representa una ínfima parte de la verdad latente que se halla muy reprimida y que espera ser desvelada. El patriarcado es camaleónico, no hay que olvidarlo; propuestas tales como la promesa tecnocientífica de ofrecer bienestar a través de la creación de úteros artificiales o de la eliminación de la regla mensual, por ejemplo, han de ponerse en cuestión y debatir en profundidad tanto su finalidad como el contexto de intereses desde el que se promueven.

Como apunté en mi intervención en las Jornadas Feministas celebradas en Barcelona en junio de este año , ahora más que nunca es necesario potenciar foros y encuentros de mujeres para que la palabras sean liberadas y las diferentes miradas respecto a los procesos vitales encuentren su camino, ya que cada mujer es un mundo.

BIBLIOGRAFÍA

1. Stern, Daniel N; Bruschweiler-Stern, Nadia; Freeland, Alison. El nacimiento de una madre : cómo la experiencia de la maternidad te cambia para siempre. Paidós. Barcelona. 1999.
2. “La energía sexual que es la base de todas las manifestaciones de la sexualidad encaminada a la obtención de placer de las zonas erógenas”; Diccionario de Psicología, Friedrich Dorsch, Ed. Herder 1994.
3. "Els vincles emocionals i l’autonomia personal" ; Jornades “Les dones sabem fer i fem saber”, Barcelona, Junio 2006.

 

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